El viaje fue muy bueno, conforme descendíamos tenía la sensación de reconocer el terreno, y eso que era de noche. Una falsa sensación. Al aterrizar, como un niño, me hubiera puesto a aplaudir, pues por fin estaba de nuevo en Grecia. Las maletas salieron rápidamente. Tenía miedo de no reconocer la mía que había comprado expresamente para ese viaje. Le había colocado tantas cintas del Pilar que parecía que mi maleta iba disfrazada, como para no reconocerla. Los nervios. Tuve la sensación de que no había nadie esperándonos en el aeropuerto. No recuerdo que nombre tenía. Me pareció muy sencillo. Enseguida divisamos una pareja que nos daba la bienvenida y nos conducía hacia el autobús que nos acercaría al corazón de Atenas en esos días, al Hotel President en la calle Kifissias, 43. Nada más arrancar se presentó Anibal, sería nuestro guía en los días que estemos en Grecia. Pero más que un guía yo diría que era un investigador pues todo el recorrido fue un viaje con mucha historia. Será la tónica que utilice Anibal, el autobús será su cátedra. Creo que por eso me gustó mucho el viaje, porque tuvo mucha Historia e historia.
Me tocó, con Ángel, el perito, la habitación 605. Nada más dejar las maletas salimos a tomar algo, un bocadillo por la periferia. Gracias a un chico que estaba hablando alemán con su amigo italiano me hizo de intérprete ante la chica de la pizzería. Le encanta España, el Real Madrid y Raúl. Me preguntó si el Toledo juega en primera división. La verdad es que no sé ni en qué división ni en qué linea juega el Toledo. Solo sé, por los periódicos, que el Toledo tiene muchos problemas y económicos. Que bien va a dejar en nuestros jóvenes el Erasmus.
Terminamos la noche en un pub muy agradable. Lo primero que nos sirvieron, antes de pedir, fueron unos vasos grandes llenos de agua. Luego pedimos unos caldos deliciosos, unos cafés con crema. Y tarde nos retiramos a dormir el sueño griego. Kalosorisate. Bienvenido.
A la mañana, desde mi ventana, podía ver Grecia.
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