
No se me olvidará esa noche. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba así del domingo. Me recordaba la etapa de mi adolescencia cuando las tardes del domingo las pasábamos bailando en la discoteca. Destacábamos mucho en
Shhh..., la mayoría eran jóvenes con algo más de veinte años. Bien podríamos ser los profesores de muchos de ellos. Les pedimos una canción, pero solo duró medio minuto. Toda la noche estuvimos bailando música griega con diversos ritmos. Alguien se había enterado que era el cumpleaños de
Aníbal y entre el bullicio del
pub le escribimos una canción,
El hip-hop del calvillo. En este plan de convivencia, con buen ambiente y confianza, le conté a Pepe lo que me había pasado en el
área de servicio donde habíamos tenido la última parada técnica. Con el,
Hola cariño, se dice todo. Todavía me
río cuando me acuerdo, se me pone la cara con sonrisa, con carcajada, griega.
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