
Fue agotador, pero
mereció la pena. Si al callejeo de la mañana le unimos los pasillos de las salas por donde la historia y los tesoros de las civilizaciones griegas nos engatusaron, el
maratón estaría conseguido. Lo muestran los rostros cansados de Lucía y María. Se suele decir que si sólo se dispone para ver dos cosas en
Atenas,
debería elegirse el
Partenón y la ingente colección del Museo Arqueológico. Y las dos cosas ya las hemos visto. Todo lo demás será un regalo de los dioses. Tengo que decir que conforme nos vamos alejando de la Acrópolis el buen tiempo se
estropea, llegando a hacer mucho
frió. Son las dos, los museos se cierran y hay que pensar en comer.
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