
Habíamos dejado
Tiberidades bordeamos el Lago. Como siempre la oración nos acompañó en el autobús. Normalmente utilizábamos el libro que el Padre Emérito Merino tiene preparado para estos momentos. Los cantos los dejábamos para las celebraciones. Nuestro próximo destino era
Jerusalén. Pero en la jornada de hoy teníamos varias paradas antes de llegar a la Ciudad Santa.

La primera parada fue en
Kibutz Yardenit. Está situado al final del Lago de
Tiberiades, al final de la región de Galilea. En este lugar las aguas del Lago vuelven a formar el cauce del río Jordán, en una de sus orillas se ha establecido el
Kibutz,
habilitándose unas instalaciones que permiten a los cristianos conmemorar el Bautismo de Jesús y renovar las promesas bautismales. El lugar exacto es imposible visitarlo ya que está vedado. Algunos amigos míos que consiguieron permisos para acercarse a ese lugar me confesaron que se sintieron muy mal ya que el ejercitó israelí te está observando con fusil en mano ya que es un terreno peligroso para ellos.

Entrar en el
Kibutz Yardenit es como entrar en un oasis. El
Kibutz está lleno de vegetación; es un lugar fresco y bello gracias a las aguas del Jordán. He de reconocer que esa mañana fue una experiencia espiritual muy
enriquecedora.
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