Era domingo, el día del Señor, con mas necesidad queríamos celebrar la Eucaristía. Pero algo pasó. Samar no tenía bien la dirección y nos presentamos en un complejo ortodoxo donde la iglesia estaba cerrada y en la vivienda, por más que llamábamos, nadie respondía. El guía tuvo que hacer un par de llamadas. Nos habíamos precipitado y en el primer edificio religiosos desembarcamos. Pero nuestra capilla estaba reservada en el Colegio Franciscano que rigen unas religiosas a las afueras de Jericó.
Una misa bonita, entrañable, pero algo rara al tener que meternos en un Colegio para celebrar el día del Señor un domingo.
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