
Pues ¡Vaya cosas que tiene el señorito! ¡Vaya cosas que tiene el señorito Alfonso Guerra! Que se lo coman por la intención, el tono o la musicalidad de la palabra lo entendería. ¡Pero por la palabra señorita! Cuantos alumnos he tenido y tengo que a sus profesoras las llaman así, señorita. Ni el tono ni la palabra es descortés, más bien tiene afecto y mucho respeto.
No veo el problema. Bueno, sí. Ahora veo el problema. Nunca me he sentido identificado con Alfonso Guerra, pero reconozco que ha sido de los políticos que he leído su discurso y he reflexionado sus palabras. Ante lo visto creo que el señorito Guerra ha sido un señor pidiendo disculpas y las señoritas se han convertido en chachas del señor.
Que hay que decir aquello de compañeros y compañeras, yo creo que soy de los pocos que utilizo ese saludo en lo mío. En los tiempos en los que vivimos, de setas y piñas, como se está diciendo, no se construyen proyectos ideológicos si hacemos rencillas por una palabra. Creía que tenía simpatía por esta señorita, pero me doy cuenta que tengo admiración por este Señor.
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