


Parece que se ha tranquilizado un poco La Puebla de
Montalbán. Hace unos minutos la fuente del convento era un tiovivo de coches que con sus bocinas no dejaban de manifestar la alegría pueblana de vernos vencedores sobre los italianos. Mucha gente a salido a aplaudir, a gritar, a
reír, a contagiar su alegría y matar la tensión acumulada delante de los televisores, en los bares o en las reuniones de amigos y familiares. Ha ganado España. El grito de "¡Podemos!" ha sido el
ahínco personal, el amuleto de la suerte, el grito de guerra que ha vencido al gafe. Hemos ganado a Italia. Los grandes italianos, los azules latinos han visto salpicadas sus camisetas del sudor rojo español, porque podemos. Los
cláxones silencian su euforia a estas horas, duermen con la esperanza puesta en un nuevo partido. Pero qué partido el de hoy. No me gusta el
Fútbol, porque no lo entiendo, pero manifestaciones deportivas como la de hoy hacen cultura y hacen historia. Graciosos eran los
cometarios del Padre Ángel que desesperaba viendo una
prórroga tan larga, mientras el Padre
Victorino y un servidor mirábamos a unos jugadores con la camiseta española pero que no sabíamos ubicar en sus respectivos equipos. Ni sabía que había un negro en la Selección Española. Cuando comience el nuevo curso seguiré la colección de cromos con los chavales para enterarme un poco. Puebla, España, ¡¡¡PODEMOS!!!
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