
Cuarenta y cinco años son muchos años. Y si me pesan a mí, cuanto deben de pesarle a mi madre que me estuvo esperando seis más. Pero sean los que sean, muchos, porque pocos no soy conscientes de expresar, bienvenidos sean, en esta nuevo marco que nos da la Tierra y las esperanzas, como nubes un poco claras, empiezan a ojear por el horizonte.
Cuarenta y cinco años. ¡¡Madre, cuarenta y cinco años, ya!!

Uno, como presume de vocación periodística, se ha lanzado a las preguntas esenciales. ¿Has plantado un árbol? Seguro que algo sí he plantado. ¿Estas casado? Sí, con tres hijos; y como buen pedagogo, tocando el clavo de cada uno, me los ha descrito con pocas palabras. ¿Has escrito un libro? Uno no, cincuenta.
Dios mío, ¿qué hago yo en la vida? Si soy un quema bosques,mi corazón se pudre de tristeza y depresión en esta cloaca sexual que vivimos y lo único que escribo es un puñetero blog en Internet. Creo que me he comido tres o cuatro yemas de esa prodigiosa persona para ver si el dulce me estimula algo más en esta vida y gano, aunque un poco tarde, en amor, dinero y salud,o en escribir, amar y ser ecológico.
Hombre, tan malo no seré cuando en esta tarde me han regalado higos, uvas y manzanas de la Alcarria. Que parece que la tierra me quiere ganar. Y en mi nombre se han dado limosnas y propinas a los pobres. Sea como sea, y sin comparación, que cada uno tiene lo suyo, además de lo que se merece, uno debe de afrontar la vida, en este correr, apresuradamente con paz. Como le habían dicho al de las yemas, algún simeón bendito, que el punto de los cuarenta y cinco nos sitúa más cerca de los sesenta que de los treinta, y eso que existe el mismo tiempo, pero no es el mismo camino. No somos salmones que saltamos contracorriente para depositar toda nuestra esencia en la esperanza de un futuro mejor. Somos caminantes que caminamos cada día con la ilusión de trabajar, escribir, pintar y crear un mundo mejor. En cada paso, en cada día, en cada palabra, recitamos el nunc dimittis, porque nuestra vida, cada instante de ella, es un regalo del Ser Mayor.
Dentro de unas horas, cuando mi mente esté en Libra y mi corazón en Sagitario, habré entrado en esa última parte de mi vida que me hace estar más cercano con los de sesenta años que con los treintaiñeros. Y yo que pensaba que sería al revés. Qué mas da. Lo importante, me lo enseñó mi madre, es llevarme bien con todo el mundo. Que para eso hemos venido al mundo, para hacer amigos y para amar.
Gracias, cuarenta y cinco años.
Gracias, Vida.
Gracias, Dios

Gracias, cuarenta y cinco años.
Gracias, Vida.
Gracias, Dios
