


Con mucha tristeza los pergrinos nos despedimos del Santo Sepulcro. Había trancurrido muchas horas, casi toda la mañana había sido dedicada a recorrer con fe este recorrido santo. Mientras nos volvían a envolver las calles de Jerusalén con su bullicio, en la mente de algunos peregrinos nacía el propósito de volver en las horas libres del último día.
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