
“Padre, padre, que ya estoy mejor; que la Virgencita ha hecho un milagro conmigo”.
Confieso que esa alegría, mezclada de agradecimiento, de reverencia, de humildad, me puso la piel de gallina, pues son muchos los que vienen a los pies de Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordia a pedir algo. La cuarta vela, la cuarta luz, que anuncia que el Hijo de Dios está muy cerca y coloca a María como ejemplo de espera, oración y servicio, ilumine a los peregrinos que vienen al Carmen en busca de una señal y derrame su amor a esas pobres monjas ancianas que en el frío pueblo de Torrelaguna también aguardan la llegada del Señor.

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