
Con ella he compartido muchos cafés y proyectos, radio y poesía, y, aunque suene raro, hemos tenido mucho tiempo para hablar de cultura, pero sobre todo de religión. No vino sola, como una niña buena vino con sus padres; con las conversaciones buenas que hubiera tenido con este hombre, de pinta nerudiana, si no hubiera sido por esos gigantes perros que protegen sus carpetas de poesías y mil historias.
Gracias por tu amistad.
Gracias por tu visita.
Gracias por traer historias.
Pero sobre todo, gracias por el café.
Un beso.

Un beso.

1 comentario:
Esas gracias no se merecen y no tienen ningún mérito.
Tu también le has aportado grandes ratos a mi vida ... de tranquilidad, de paz, y de charlas que espero NUNCA NUNCA SE TERMINEN
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