Como un mendigo, pidiendo en la puerta de una iglesia, conocí a Carlos. La conversación fue amena y terminó en un café. La primera invitación a café en Guadalajara. Yo no sabía quién era, salvo lo que tenía delante; un hombre generoso, bondadoso, de conversación cariñosa. Poco a poco fui descubriendo que estaba tomando café con una persona muy especial, un pintor, un artista. Carlos Santiesteban.
Para mí, un amigo.
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