Hoy cumplo 44 años y me siento como el día: cargado, nublado, pero que conforme van pasado los minutos se va despejando y los rayos del sol dan algo más que luz y calor. Suena una deliciosa música por la ventana, son los pajaritos que juegan en la mañana. Es inevitable el recuerdo del año anterior cuando unos amigos me engañaron con un café,¿con qué iba ser?.
44 años son muchos años, muchas experiencias, muchas ilusiones, también desilusiones. Lo bueno es que desde este pudridero están apareciendo mucha gente joven a mi alrededor con ganas de trabajar, con nuevos proyectos, con ilusiones renovadas que están, como el día, despejando mi noche oscura y están creciendo mi autoestima. Como dicen en mi colegio: Vive un tiempo nuevo. Y qué mejor regalo que vivirlo.
Apagaré el móvil, me haré inlocalizable y, como todos los años, daré gracias a Dios y a mis padres por esta vida que me dieron. Aunque es cierto que en mi cumpleaños, como en Navidad, me gustaría estar solo y mirar el tiempo que pasa desde el anonimato de un espectador que busca nuevos alicientes.
Abierto está el camino. A caminar.