
No sé qué es lo que ha pasado pero en cuestión de unos minutos no soy el mismo. Hace unos días había logrado la comprensión de una amiga cuando veía mi habitación llena de trastos; de trastos, de libros, de revistas, de cintas de vídeo, de películas. Sé que las cosas están en mi habitación pero como ponga un papel encima ya pierdo la referencia y, como el otro día, me volví loco para encontrar una película que no tenía. Hace un momento se ha ido la luz. Sí, se ha ido la luz y yo no le he dado la menor importancia después de los acontecimientos que hemos vivido en casa. Pero cuando he visto y comprobado que la luz solo se va en mi habitación he lanzado un grito de pánico; sin luz no soy nada. Necesito la luz para ver, para leer, para asearme mejor, para escribir, para ... muchas cosas. Pero sobre todo necesito la luz para mi ordenador, no soy nada ni nadie sin el ordenador, sin Internet, sin mi correo electrónico. Llevo una hora desesperado y no sé qué hacer, como los ratones del queso estoy esperando que vuelva la luz a mi habitación y no viene, rezo y no se enciende nada, lloro y me consumo por la rabia. He comprobado que no son los halógenos, sino los enchufes los que hacen que salte el automático de mi habitación. He hecho todo tipo de combinados y la luz se va como un castigo de la instalación. Me tendré que resinar y meterme a oscuras en mi celda como un cavernícola en su gruta, con la sola luz de una vela roja que tranquilice el ánimo. Tal vez, como diría un compañero mío; es el momento.

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