Aquí podemos ver un feligrés ortodoxo que besa uno de los muchos iconos que podemos ver en el interior de la basílica. Siguiéndole con la mirada discreta comprobé que no besaba a todas las imágenes, mas bien, tocaba y besaba aquellos cuadros que representaban los santos de su devoción. Terminó su recorrido bajando a la fuente y bendeciendose con su agua.
Referencias a la santidad hay en todos sus rincones. Se podía decir que no había un solo centímetro de la iglesia que no estuviera decorado.
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