
Tu, hija mía, que para algo te eché el chorro de agua sagrada, ahorra. Dicen que soy un afortunado si hasta este verano no he oído hablar del euribor, ese impuesto revolucionario que a los jóvenes les trae amargados y que no sé cómo se escribe. Tú, Rosalía, ahorra. Has visto que nos han cobrado la entrada y no era un par de euros. Fíjate que ni un marcapáginas podemos hacer con el papelito que nos han dado. Luego dentro todo es color y forma, pero muy caro. Si tu madre quiere prepararte el ajuar mejor es comenzar por Ikea, que ya vendrán tiempos mejores. Menos mal que encontramos el puesto de cerámica de nuestros paisanos de Torrijos. Corazones a un euro no están mal. Compré unos cuantos, todos los rojos que encontré, que envueltos en premios a la amistad, tienen un valor incalculable. ¡Cómo está la vida, Rosalía! Mañana cuando cierren las puertas de la Feria de Artesanía y hagan su balance económico dirán el Padre Gregorio se ha gastado cinco euros en corazones rojos de Torrijos. Pero es que la vida no está para más.
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